Pasa el tiempo, pero no me olvido de mis amigos cubanos. ¿Cuánto ha llovido desde que dos blogueros se conocieron e intercambiaron los primeros saludos? Bonito texto, en este primer día del nuevo curso escolar en Cuba.
A las siete de la mañana una vecinita llegó a mi casa; venía a mostrarle a mi mamá, su “tata”, el recién estrenado uniforme que la ubicaba en la enseñanza secundaria. Blusa blanca y saya amarilla; ambas impolutas, como tal vez nunca más las tendrá durante el curso.
Su imagen me remontó a mis tiempos estudiantiles (que se alejan a una velocidad impresionante).
Yo también vestía de estreno el primer día del curso. Entre todos los placeres de ese (re)inicio, el del roce de la tela nueva sobre mi piel era único y trataba de imitarlo siempre que podía; esto era, los días de concursos, o actos de fin de período lectivo.
Es como una tradición no dicha o poco comentada, pero aceptada tácitamente. Los niños y niñas, adolescentes y jóvenes, parecen brillar ese primer día, en el que un nuevo mundo se descubre, o se vuelve a otro pospuesto…
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